27 de mayo de 2012

Cálida luz


En el fondo de un pozo brilla una intensa luz.
Es como un tesoro enterrado en lo más profundo del océano.
El Sol le tiene envidia y no se apaga ni de noche ni de día.
Con su luz, hasta el lado oscuro de la Luna brilla.
Se esconde en los rincones de ese pozo, pero la he encontrado.

- He visto tu luz – le susurré desde lo alto del pozo, y mi voz retumbó entre las oscuras y frías paredes de piedra.

Y la luz parpadeó. Así es como me contestó.

- Será un secreto. Lo prometo. – le hice entender que no desvelaría su paradero y la luz, agradecida, se tornó más cálida todavía.

Y desde entonces, guardo en mi pecho tu luz y calidez.
En las noches frías y oscuras, como las paredes de piedra que te envolvían, me arropas.
Me despierta, me ilumina y me guía cada mañana, cada día.
Me da vida y alegría.

Y si algún día sales de ese pozo y decides esconderte en otro lugar en el que no pueda volver a encontrarte, no importa.
Sé que estás aquí. En algún lugar de este mundo. Existes. Guardo tu recuerdo, el momento en que te vi y te conocí.
Eres mi guía, mi esperanza y mi ilusión.
Hasta el día en que la muerte venga a buscarme, estarás en mi corazón.

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