28 de mayo de 2012

Lluvia


Lluvia, tu melodía me tranquiliza.
Dibujas figuras extrañas e indescifrables. Líneas que repaso con mis dedos al otro lado del cristal.
Creas caminos que se entrelazan y todos tienen un final.
Lluvia, agudizas mis sentidos.
Cierro los ojos y respiro hondo.
Huele a Tierra mojada. A césped y otras plantas.
Suena tu murmullo que, si escuchas atento, en realidad es un cantar.
Siento tu humedad en mis manos y en mi cara. Eres fría y te deslizas lentamente sobre mi piel.
Abro los ojos y te veo caer, clara, transparente. Eres libre. Nada te retiene.
Me pregunto a qué sabrás. ¿Eres como las lágrimas? ¿Salada como el mar? No lo creo.
Te miro, te escucho, te huelo y te siento.
¿Qué más puedo hacer, si no te puedo tener?
Eres y Estás. No hace falta más.


Translation


Rain, your melody relaxes me.
You draw strange and indecipherable forms. Lines that I follow with my fingers on the other side of the glass.
You create ways that weave together and all of them have an ending.
Rain, you sharpen my senses.
I close my eyes and breathe deeply.
The earth smells wet. Smells to grass and other plants.
It sounds your babbling which, if you listen carefully, it's actually a song.
I feel your dampness in my hands and face. You're cold and slide slowly over my skin.
I open my eyes and I see you falling, clear, transparent. You're free. Nothing holds you.
I wonder which is your flavour. Are you like the tears? Salty as sea? I don't think so.
I look at you, I listen to you, I smell you and I feel you.
What else can I do, if I cannot have you?
Being and Be. There's no need for something else.

27 de mayo de 2012

Cálida luz


En el fondo de un pozo brilla una intensa luz.
Es como un tesoro enterrado en lo más profundo del océano.
El Sol le tiene envidia y no se apaga ni de noche ni de día.
Con su luz, hasta el lado oscuro de la Luna brilla.
Se esconde en los rincones de ese pozo, pero la he encontrado.

- He visto tu luz – le susurré desde lo alto del pozo, y mi voz retumbó entre las oscuras y frías paredes de piedra.

Y la luz parpadeó. Así es como me contestó.

- Será un secreto. Lo prometo. – le hice entender que no desvelaría su paradero y la luz, agradecida, se tornó más cálida todavía.

Y desde entonces, guardo en mi pecho tu luz y calidez.
En las noches frías y oscuras, como las paredes de piedra que te envolvían, me arropas.
Me despierta, me ilumina y me guía cada mañana, cada día.
Me da vida y alegría.

Y si algún día sales de ese pozo y decides esconderte en otro lugar en el que no pueda volver a encontrarte, no importa.
Sé que estás aquí. En algún lugar de este mundo. Existes. Guardo tu recuerdo, el momento en que te vi y te conocí.
Eres mi guía, mi esperanza y mi ilusión.
Hasta el día en que la muerte venga a buscarme, estarás en mi corazón.

24 de mayo de 2012

Un nuevo mundo


Quisiera hablar con alguien y explicarle todo esto. Pero no puedo.

Todo el mundo parece estar ocupado con su ajetreada vida. Estamos a finales de mayo, lo que quiere decir que es la recta final en los institutos, universidades y escuelas varias. Todo el mundo tiene algo importante que hacer, como estudiar o trabajar en algo. Algo importante con lo que ocupar su vida. ¿Y yo? Yo también debería estar estudiando. Yo también estoy en la recta final y tengo asignaturas pendientes por aprobar. ¿Entonces qué? ¿Cuál es el problema? Simplemente, no me parece interesante. No me parece verdaderamente importante.

Un examen puede repetirse. Un curso puede repetirse. Tiene sus consecuencias, pero puede repetirse. En cambio, hay otras cosas que no pueden repetirse jamás. Cosas que suceden una vez en la vida. Cosas que se viven sólo una vez, de manera única.

Hoy os voy a explicar la  historia de una sonrisa y de cómo un “Buen Hombre” me hizo recobrar la ilusión.

Imaginad un barco. Es el barco que surcará los mares y hará el viaje más inolvidable de vuestra vida. Es el barco que os llevará a nuevas tierras y allí podréis realizar vuestros sueños. Un mundo lleno de posibilidades. Y cogéis ese barco.

La sensación que teníais antes de subir a ese barco era algo emocionante e increíble. Os ponía los pelos de punta, la carne de gallina, sólo con pensar e imaginar todo lo que viviríais a bordo. Sentíais la adrenalina circular por vuestro cuerpo. Y cuando subís a ese barco… respiráis el aire de otra manera. Sentís el viento chocar con vuestra cara. Oléis el mar y veis las olas.

Sin embargo, ese viaje no resulta ser como esperabais. Es maravilloso al principio, pero tarde o temprano siempre llega la tormenta. Una tormenta que os angustia. Sentís los nervios a flor de piel. El miedo. El peligro. Y todo se desmorona y se hunde. Habéis perdido la fe y la esperanza a bordo de ese barco. Y el barco se hunde y se ahoga en el mar.

Por suerte o por desgracia, os habéis convertido en náufragos. Habéis sobrevivido a la caída, pero estáis cansados. Cansados, pero con las fuerzas justas y necesarias para continuar nadando y seguir viviendo. Habéis perdido la ilusión por las cosas, por los sueños y por ese mundo nuevo que tanto deseabais conocer.

Nadáis y nadáis, y con la ayuda de algunos salvavidas u objetos flotantes conseguís seguir adelante. Estáis exhaustos, tristes y solos. Siempre habéis estado solos, pero ahora lo sentís como un peso inarrancable en el fondo de vuestro corazón.

Ya sabéis lo que dicen, después de la tormenta siempre llega la calma. Baja la marea y las olas os arrastran a una orilla. Todo está desierto y el cielo continúa nublado. Hace frío y apenas podéis caminar. Y, a pesar de todo, continuáis en pie. Una fuerza invisible os empuja a vivir.
Os sentís vacíos. Habéis olvidado lo que era el amor, la pasión que sentisteis al subir a ese barco. Mejor dicho, creéis que lo habéis olvidado, pero en el fondo sigue siendo un vago recuerdo que continúa en vuestra memoria. Y por eso lloráis. Por eso estáis tristes; porque lo habéis perdido.
Os habéis agarrado a cuanto habéis podido para sobrevivir y llegar a la orilla y ¿para que? Para caminar sin fuerzas, con la mente en blanco, desolados, por el desierto.

Pero la esperanza es lo último que se pierde.

Habéis llegado sin quererlo a un oasis. Allí podéis descansar, recobrar fuerzas, refrescaros del calor del desierto e incluso comer alguna fruta y beber agua.
Ahora estáis tranquilos. Empezáis a pensar con claridad. A recordar lo vivido. Y, aunque aún estáis perdidos, habéis recobrado en cierto modo el conocimiento.

Pero hay algo que no recordáis. Habíais vivido por ello. Y no lo recordáis. Y no lo hacéis porque no se puede recordar. Es algo que sólo puede sentirse. Llegasteis, incluso, a convenceros de que no existía, que fue todo una ilusión.

Y entonces lo veis, a lo lejos. Un nuevo mundo. Ese nuevo mundo.

Lo sabéis en cuanto lo veis. No. No lo sabéis. Lo sentís. Os late el corazón tan deprisa que tembláis.

Esa clase de certeza sólo se presenta una vez en la vida.
Los puentes de Madison

Desviáis la mirada con nerviosismo sin saber que hacer. Intentáis calmaros, temerosos de haberos equivocado. Pero no os equivocáis y lo sabéis. Ese es el camino y, aunque sea duro y largo, lo recorreréis haga sol, lluvia, huracanes o se acerque el apocalipsis.

Lucharéis. Hasta el final.

En pie y desafiante

Como yo siempre viví
Que tengan claro en sus mentes
Que yo jamás me rendí

Warcry – Nana

Habéis aprendido. Habéis crecido. Ese barco os ayudó a conocer, a pensar y, lo más importante, a sentir. Y ese naufragio os obligó a avanzar. Os obligó a ver que, aunque parezca que estéis hundidos, no lo estáis. Ese desierto os ha hecho un poco más fuertes, ya que habéis continuado avanzando a pesar de no tener nada o sentir nada. Y habéis descubierto ese nuevo mundo.

Habéis recobrado la ilusión.

Ese barco es vuestro primer amor. Ese naufragio la ruptura. Esos salvavidas vuestros amigos, familia o siguientes relaciones. Ese desierto es la calma. Ese oasis la fuerza y sabiduría.
Y ese nuevo mundo es el amor. El amor más desesperante y precioso que he sentido en mi vida. Jamás he visto una sonrisa tan bonita y tan sincera. Jamás he visto unos ojos tan profundos como esos. Más profundos que el mar y más profundos que el denso bosque.

Este es el Buen Hombre que me ha devuelto la ilusión y la alegría. El que me ha hecho recobrar los sentidos y la sonrisa. El que me hace creer y confiar.

- […] Entonces todo cambió; me enamoré de ti, Evey. Como no creí que jamás podría hacerlo.
[…]Es lo más bello que podías haberme regalado.

V for Vendetta