9 de octubre de 2011

Cambios

He cambiado.

Mientras que antes prefería pasar el día durmiendo, ahora quiero pasarlo haciendo todo tipo de cosas. Intento ocupar todo el tiempo viendo series, escuchando grupos de música que no conocía, estilos diferentes, coser, dibujar, hacer mis tareas lo mejor posible, estudiar…

Ahora me levanto y, aunque al principio me siento cansada, en seguida me pongo en marcha. Mientras que antes podía pasarme horas enteras de morros, ahora sonrío y sigo adelante como si nada sucediese.

Sólo quiero reír, divertirme y luchar por todo aquello que quiero conseguir.

No quiero lamentarme más. Estoy cansada de pensar que soy una molestia para todos. Estoy cansada de pensar que no sirvo para nada.
¿Cuánto daño habré hecho a la gente con esta actitud? Pero, lo más importante, ¿cuánto daño me habré hecho a mi misma martirizándome de esta manera?

Estoy cambiando.

Por fin, me he dado cuenta de lo que realmente debo hacer. Pensar en el pasado y aprender de él está bien. Cometer errores tampoco es malo. Es bueno saber enmendarlos y no quedarse atrás.

Digo todas estas cosas, pero en realidad construyo cada vez un muro más y más grande, más ancho y más fuerte para protegerme de esta soledad.
¿Cómo me verá la gente? Ojalá pudiesen mirarme y pensar que estoy bien. Eso haría que no me preocupase de mi misma y me hiciese pensar que realmente estoy bien. Me daría seguridad.
Sin embargo, cuando me miro solo puedo ver a una niña que, temblando, llora, solloza y gimotea, sacando la tristeza de la única forma que lo sabe hacer.

Quiero decirle “niña, no estás sola”, pero ¿cómo puedes decirle a alguien algo que realmente no crees? Afortunadamente, la familia y los amigos están ahí. Pero sé a lo que se refiere cuando dice que “se siente sola”.

Siempre fue tras los demás buscando un poco de amor. Hizo lo que pudo y aún así no lo consiguió. Quizá fue porque nunca se abrió suficiente a los demás, pero ahora, finalmente, lo entendió. Ahora que lo sabe, sólo tiene que cambiar y esperar.

Será difícil. Será doloroso. Pero, niña, aguanta. Se fuerte y no llores.
Tarde o temprano te vendrá a buscar.

Cambiaré. Esperaré.